Sunday, April 06, 2008

Caceria de brujas.


Elizabeth no madura,
gusta de empalar el verbo
en agujas-edificio gótico,
delicada despedida azul nocturno a los espejos,
cuneiformes, después el vuelo;
un vilo de cloro nunca fue distancia finita.

Rina se aquieta, nunca,
viene a casa y pincha los rincones,
harta de la cuarta dimensión.
Dos globos de fuego en la fotografia
banquete del dolor que no espera.

Ana se retira, de nuevo,
esquiva planta de luz y reclamo turístico,
prefiere la desmesura
de una selva en Costa Rica,
o los camellos grises de algún charco, en Marruecos
elige destino
para brujas de mar
la valija es portaaviones, caracol y alacena.

Buena fortuna, Yadira,
Una vez librada la vena elíptica
a toda velocidad,
glamour de uñas
que lacran el volante de la rutina,
manierismos de una loba regia
adicta a tiempo y espacio.

Arma en mano, Flora,
dice adiós al chantaje de la luna,
no amenaza, pero adorno,
es el corsé de huesos discursivos
para apuntalar el techo de esta cueva,
amplitud modulada,
digna frecuencia de escobas
hipersónicas.

Paulina practica el windsurf
en las postrimerías de la palabra escrita,
calidez de manos y risa,
premio de la hoja y pliego de papel de china
en que levita, levita el poema.

Paciencia eterna, querida Lupita,
madre del ogro que muta en caricia,
defiende el pie de casa
y prepara el alma en guiso:
esperamos,
la fotografía instantánea,
su gracia y lisonja penden de tu pelo negro.